Hay libros que uno debe tener cerca como llevaban los vaqueros el Colt 45 o los hombres de Sandokán los cuchillos malayos. Sin ellos, uno no puede enfrentarse con garantías ni a las modas pasajeras ni a los azares de la vida.
Yo, por lo pronto, aquí tengo a
la mano «Huid del escepticismo», la bellísima obra de Christopher Derrick que
publicó Encuentro y que yo ya tengo vapuleada, es decir, «vivida». Hay libros
que uno admira y contempla con devoción o estupor. Hay otros que uno va
deteriorando a fuerza de leerlo, releerlo, repasarlo. Esto me sucede a mí con
este libro.
He querido volver a sus páginas
porque me toca impartir clases online. Por supuesto, esto no es un problema -yo lo
veo incluso como una oportunidad para muchas cosas- pero no debe llevarnos a
perder de vista lo esencial. La transformación digital debe servir a la persona
o no sirve para nada ya sea en la educación o en cualquier otra cosa.
En efecto, dice Derrick que «hay
espíritus serviles, pero también existen actividades que lo son». No debemos
serlo nosotros por muy encerrados que estemos ni debemos permitir que la
docencia se convierta en una de esas actividades que cumplen fines «distintos
de ellas mismas».
Este libro destila cortesía, clase
y elegancia. En algunas cosas, la prosa de Derrick me recuerda a la de Scruton.
Ya habrá tiempo para dedicarle también al recientemente fallecido autor inglés la
atención que merece.
Por lo pronto, quede recomendado «Huid
del escepticismo» para docentes, alumnos y humanistas que quieran llevar la
tradición clásica cristiana allí donde internet les lleve.
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